Hera legítima
esposa de Zeus y una de las tres hermanas de Zeus en el panteón
olímpico de la mitología griega clásica. Su principal función era
como diosa de las mujeres y el matrimonio. Su equivalente en la
mitología romana era Juno. Se le sacrificaban la vaca y más tarde
el pavo real. Su madre era Rea y su padre Crono.
Se representa
a Hera majestuosa y solemne, a menudo en el trono y coronada con el
polos (una alta corona cilíndrica usada por varias de las Grandes
Diosas), pudiendo llevar en su mano la granada, símbolo de la
fértil sangre y la muerte, y sustituto de la cápsula narcótica de
la amapola. El investigador Walter Burkert escribió en Religión
griega: «Sin embargo, hay registros de una representación anterior
sin iconos, como una columna en Argos y una tabla en Samos.» Hera
fue conocida por su naturaleza celosa y vengativa, principalmente
contra las amantes y la descendencia de Zeus, pero también contra
los mortales con los que se cruzaba, como Pelias. Paris, quien la
ofendió al elegir a Afrodita como la diosa más bella, se ganó así
su odio.
Tanto Hera
como Deméter tenían muchos atributos característicos de la antigua
Gran Diosa.10 La diosa minoica representada en sellos y otros restos,
a quien los griegos llamaban Potnia Theron, ‘Señora de los
Animales’, muchos de cuyos atributos fueron luego también
absorbidos por Artemisa, parece haber sido un tipo de diosa
madre,[cita requerida] pues en algunas representaciones amamanta a
los animales que tiene en brazos. A veces este papel delegado es tan
claro como puede hacerlo una simple sustitución.[cita requerida] De
acuerdo con el himno homérico III a Apolo Delio, Hera retuvo a
Ilitía para evitar que Leto se pusiese de parto, pues el padre de
los hijos que iba a tener, Artemisa y Apolo, era Zeus. Las demás
diosas presentes en el parto en Delos enviaron a Iris a buscarla. En
cuanto puso un pie en la isla empezó el divino nacimiento. En el
mito del nacimiento de Heracles, es la propia Hera quien se sienta a
la puerta, retrasando el parto de Heracles hasta que su protegido,
Euristeo, nace primero.
El himno
homérico a Apolo Pitio hace al monstruo Tifón descendiente de la
Hera arcaica en su forma minoica, producido por sí misma, como una
versión monstruosa de Hefesto, y nacido en una cueva de Cilicia.
Hera dio la criatura a Gea para que la criase.
En el Templo
de Hera en Olimpia, la imagen de culto tradicional de Hera era más
antigua que la imagen guerrera de Zeus que la acompañaba. Homero
describía su delicada relación con Zeus en la Ilíada, en la que
Hera declara a Zeus: «También yo soy una deidad, nuestro linaje es
el mismo y el artero Crono engendróme la más venerable, por mi
abolengo y por llevar el nombre de esposa tuya, de ti que reinas
sobre los inmortales todos.»8 Aunque Zeus es a menudo llamado Zeus
Hereo, ‘Zeus [consorte] de Hera’, el tratamiento que Homero le
dispensa es poco respetuoso, y en posteriores versiones anecdóticas
de los mitos (ver más abajo) Hera aparecía dedicando la mayor parte
de su tiempo a tramar venganzas contra las ninfas seducidas por su
marido, pues defendía todas las antiguas reglas correctas de la
sociedad y hermandad femenina helenas.
La joven Hera
Hera fue más
conocida como la diosa matrona, Hera Teleia, pero también presidía
sobre los matrimonios. En los mitos y el culto, se conservan
referencias fragmentarias y costumbres arcaicas del matrimonio
sagrado de Hera y Zeus, y en Platea había una escultura de Calímaco
de Hera sentada como una novia, así como la Hera matrona de pie.
Hera también
fue adorada como virgen: había una tradición en Estinfalia
(Arcadia) según la cual había un altar triple a Hera la Virgen, la
Matrona y la Separada (Χήρη Chḗrē, ‘viuda’ o
‘divorciada’). En la Argólida, el templo de Hera en Hermíone,
cerca de Argos, estaba dedicado a Hera la Virgen; y en la fuente de
Canato, cerca de Nauplia, Hera renovaba su virginidad anualmente, en
ritos de los que no se podía hablar.
Hera, sus
hijos y sus amoríos
Hera preside
sobre los correctos preparativos del matrimonio y es el arquetipo de
la unión en el lecho nupcial, pero no destaca como madre. Los
legítimos descendientes de su unión con Zeus son Ares (dios de la
guerra), Hebe (diosa de la juventud), Eris (diosa de la discordia) e
Ilitía (diosa de los partos).
Enio, una
diosa de la guerra responsable de la destrucción de las ciudades y
ayudante de Ares, también es mencionada como hija de Zeus y Hera,
aunque Homero la equipara con Eris. Hera estaba celosa de que Zeus
alumbrase a Atenea sin recurrir a ella (en realidad con Metis), así
que engendró a Hefesto sin él. Hera estuvo
entonces disgustada con la fealdad de Hefesto y lo expulsó del
Olimpo. En una versión alternativa,
Hera engendró sola a todos los hijos normalmente atribuidos a su
unión con Zeus, golpeando su mano contra el suelo, un acto solemne
para los griegos.
Hefesto se
vengó de Hera por haberlo rechazado haciendo un trono mágico para
ella que, cuando se sentó, no la dejaba levantarse de él. Los demás
dioses rogaron a Hefesto que volviese al Olimpo para liberarla pero
este se negó repetidamente. Dioniso lo emborrachó y lo llevó de
vuelta al Olimpo a lomos de una mula. Hefesto liberó a Hera tras
recibir a Afrodita por esposa.
Hera, la
enemiga de Heracles
Hera fue la
madrastra y enemiga de Heracles, quien fue llamado ‘gloria de Hera’
en su honor. Heracles es el héroe que, más incluso que Perseo,
Cadmo o Teseo, introdujo los hábitos olímpicos en Grecia. Cuando
Alcmena estaba embarazada de Heracles, Hera intentó evitar que este
naciera atando las piernas de Alcmena en nudos. Sus planes fueron
frustrados por Galantis, la sierva de Alcmena, quien dijo a Hera que
ya había traído el niño al mundo. Hera la transformó en una
comadreja.
Cuando
Heracles era aún un infante, Hera envió dos serpientes para matarlo
mientras dormía en su cuna. Heracles estranguló una serpiente con
cada mano y su niñera lo halló divirtiéndose con sus cuerpos
flácidos como si fueran juguetes. Esta anécdota parte de una
representación del héroe asiendo una serpiente en cada mano, justo
como las familiares diosas minoicas habían hecho alguna vez. «La
imagen de un niño divino entre dos serpientes puede haber sido muy
familiar para los tebanos, que adoraban a los Cabiros, aunque no era
representada como una primera hazaña de un héroe.» Más tarde
volvió a las amazonas contra él cuando estaba en una de sus tareas.
Un relato del
origen de la Vía Láctea cuenta que Zeus había engañado a Hera
para que amamantase al infante Heracles. Al descubrir quién era
este, lo retiró de su pecho, y un chorro de su leche formó la
mancha que cruza el cielo. A diferencia de los griegos, los etruscos
representaban a un Heracles adulto y barbudo al pecho de Hera, lo que
puede aludir a su adopción por ella cuando Heracles se volvió
inmortal. Heracles le había herido antes gravemente en el pecho.
Hera encargó
a Heracles trabajar para el rey Euristeo de Micenas. Intentó hacer
casi todos los doce
trabajos de
Heracles más difíciles de lo que ya eran.
Cuando
Heracles luchó con la hidra de Lerna, envió un cangrejo para que le
picase los pies con la esperanza de distraerle. Cuando Heracles robó
el ganado de Gerión, hirió a Hera en el pecho derecho con una
flecha de tres puntas: la herida era incurable y dejó a Hera un
dolor constante, como Dione le cuenta a Afrodita en la Ilíada.
Luego, Hera envió un tábano para picar a las reses, irritarlas y
dispersarlas. Hera provocó entonces una inundación que elevó el
nivel de un río tanto que Heracles no podía vadearlo con el ganado.
Heracles apiló piedras en el río para hacer el agua menos profunda.
Cuando logró
llegar a la corte de Euristeo, el ganado fue sacrificado a Hera.
Euristeo también quería sacrificar el toro de Creta a Hera, quien
rehusó el sacrificio porque reflejaba la gloria de este. El toro fue
liberado y vagó hasta Maratón, pasando a ser conocido como el toro
de Maratón.
Algunos mitos
sostienen que al final Hera se hizo amiga de Heracles por salvarla de
Porfirión, un gigante que intentó violarla durante la
Gigantomaquia, y que incluso le dio a su hija Hebe como prometida.
Cualquiera que fuese el mito fabricado para explicar una
representación arcaica de Heracles como ‘hombre de Hera’, se
consideró adecuado para los constructores del Hereo en Paestum, que
representaron las hazañas de Heracles en bajorrelieves.
Los celos de
Hera
Eco
Según la
reelaboración urbana del mito en Las metamorfosis de Ovidio, durante
mucho tiempo una ninfa llamada Eco tuvo el trabajo de distraer a Hera
de las aventuras de Zeus hablándole incesantemente. Cuando Hera
descubrió el engaño, maldijo a Eco a pronunciar sólo las palabras
de los demás (de ahí nuestra palabra moderna «eco»).
Leto, Artemisa
y Apolo
Cuando Hera
descubrió que Leto estaba embarazada y que su marido, Zeus, era el
padre, prohibió que Leto diera a luz en tierra firme, es decir, el
continente o cualquier isla del mar. Leto encontró la isla flotante
de Delos, que no era el continente ni una isla real, y allí pudo dar
a luz. Como gesto de gratitud, Delos fue sujetada con cuatro pilares.
Más tarde la isla fue santificada a Apolo Alternativamente, Hera
secuestró a Ilitía, la diosa de los partos, para evitar que Leto
diese a luz. Los demás dioses obligaron a Hera a dejarla ir. De
cualquier forma, primero nació Artemisa y ésta ayudó a nacer a
Apolo. Algunas versiones dicen que Artemisa ayudó a su madre a dar a
luz a Apolo durante nueve días. Otra variante afirma que Artemisa
nació un día antes que Apolo, en la isla de Ortigia, y que ayudó a
Leto a cruzar el mar hasta Delos el día siguiente para dar a luz a
Apolo.
En otra
versión, se afirmaba que Hera había enviado a Pitón en persecución
de Leto. El viento Aquilón llevó a Leto hasta donde se encontraba
Poseidón, que la salvó y cubrió la isla de Ortigia con sus olas
mientras Leto daba a luz a Apolo y Artemisa. Más tarde la isla de
Ortigia fue llamada Delos y Apolo mató a la serpiente Pitón para
vengar los sufrimientos de su madre.
Sémele y
Dioniso
Cuando Hera
supo que Sémele, hija del rey Cadmo de Tebas, estaba embarazada de
Zeus, se disfrazó como su niñera y la persuadió para que le
pidiese a Zeus que se mostrase en su auténtica forma. Cuando este se
vio obligado a hacerlo, sus rayos y truenos la mataron. Zeus tomó al
niño y completó su gestación cosiéndolo a su propio muslo. Otra
versión es que Hera convenció a Sémele para obligar a Zeus a
mostrarse en su forma real. Desafortunadamente, debía hacer lo que
la princesa quería, al haber jurado por Estigia. En otra versión,
Dioniso era originalmente el hijo de Zeus con Deméter o Perséfone.
Hera envió a sus Titanes a despedazar al niño, de donde fue llamado
Zagreo (‘descuartizado’). Zeus, o según la fuente Atenea, Rea o
Deméter, rescató el corazón de Dioniso. Zeus usó el corazón para
recrear a Dioniso e implantarlo en el vientre de Sémele, de ahí que
conocido como «el nacido dos veces». Ciertas versiones insinúan
que Zeus le dio a comer el corazón a Sémele para embarazarla.
Ío
Hera estuvo a
punto de sorprender a Zeus con su amante la princesa argiva Ío, lo
que este logró evitar convirtiéndola en una hermosa ternera blanca.
Sin embargo Hera sospechó el engaño y pidió a Zeus que le diese la
ternera como un regalo, a lo que este no pudo negarse.
Cuando Hera
recibió a Ío, la dejó a cargo de Argos Panoptes para mantenerla
apartada de Zeus. Este
ordenó
entonces a Hermes a matar a Argos, quien disfrazado de pastor logró
que todos los cien ojos de Argos cayesen dormidos con historias
aburridas, y entonces lo mató de una pedrada, rescatando así a Ío.
En la
interpolación de Ovidio, cuando Hera supo de la muerte de Argos,
tomó sus ojos y los puso en el plumaje del pavo real, lo que explica
los dibujos de su cola. Hera envió entonces un tábano41 para que la
picase, obligándola a vagar sin rumbo por el mundo con forma de
vaca. Finalmente Ío llegó a los confines del mundo, que los romanos
creían que era Egipto, donde se convirtió en sacerdotisa de la
diosa egipcia Isis.
Lamia
Lamia era una
reina de Libia a quien Zeus amaba. Hera la transformó en un monstruo
y mató a sus hijos. O, alternativamente, mató a sus hijos y fue el
dolor lo que la convirtió en dicho monstruo. Lamia fue maldecida con
la incapacidad de cerrar sus ojos, de forma que siempre estuviese
obsesionada con la imagen de sus hijos muertos. Zeus le concedió el
don de poder sacarse los ojos para descansar, y luego volver a
ponérselos. Lamia sentía envidia de otras madres y devoraba a sus
hijos.
Otras
historias involucrando a Hera
Gerana
Gerana era una
reina de los pigmeos que alardeaba de ser más bella que Hera. La
iracunda diosa la transformó en grulla y decretó que los
descendientes de este pájaro estarían eternamente en guerra con el
pueblo pigmeo.
Cidipe
Cidipe, una
sacerdotisa de Hera, iba de camino a un festival en honor de la
diosa. Los bueyes que tiraban de su carro iban retrasados y sus
hijos, Bitón y Cleobis, tiraron del carro el camino completo
(45 estadios,
8 km). Cidipe quedó impresionada con la devoción hacia ella y su
diosa y pidió a Hera que concediera a los niños el mejor regalo que
un dios pudiera dar a una persona. Hera ordenó que los hermanos
morirían cuando estuviesen dormidos.
Este honor
concedido a los niños fue más tarde usado por Solón como prueba
cuando trataba de convencer a Creso de que es imposible juzgar la
felicidad de una persona hasta que haya muerto tras una vida gozosa.
Tiresias
Tiresias era
un sacerdote de Zeus que, de joven, encontró dos serpientes
apareándose y las golpeó con un palo. Entonces fue transformado en
una mujer. Como mujer, Tiresias se convirtió en sacerdotisa de Hera,
se casó y tuvo hijos, incluyendo a Manto. Tras siete años como
mujer, Tiresias volvió a encontrar dos serpientes apareándose, las
golpeó con su bastón y se convirtió en hombre de nuevo. Zeus y
Hera le pidieron que dicidiese la cuestión de con qué sexo,
masculino o femenino, experimentaba más placer en sus relaciones
sexuales. Zeus afirmaba que era como mujer, y Hera decía que como
hombre. Cuando Tiresias estuvo de acuerdo en Zeus, afirmando que la
mujer recibe nueve décimos del placer, Hera lo cegó. Como Zeus no
podía deshacer esta maldición, concedió a Tiresias el don de la
profecía. Una versión alternativa y menos conocida de la historia
cuenta que Tiresias fue cegado por Atenea tras encontrársela
bañándose desnuda. Su madre, Cariclo, rogó a la diosa que
deshiciera su maldición, pero Atenea no podía hacerlo y a cambio le
concedió el don de la profecía.
Engaño de
Zeus
Hera, junto
con varios de los olímpicos (Apolo, Atenea, Poseidón) intentaron
una vez destronar a Zeus y adueñarse del Olimpo. Para eso
encadenaron a Zeus a su lecho y alejaron de él su rayo. Mientras
discutían quién gobernaría el Olimpo, el centímano Briareo liberó
a Zeus, y el dios castigó a los usurpadores. Como castigo ejemplar,
colgó a Hera desde el cielo, con sus brazos encadenados a argollas
de oro y un yunque atado a cada pie. Los gritos lastimeros de Hera
terminaron ablandando el corazón de Zeus, quien la liberó
posteriormente.
La Ilíada
Según la
Ilíada, durante la Guerra de Troya Diomedes luchó con Héctor y vio
a Ares luchando en el bando troyano. Diómedes pidió a sus soldados
que se retirasen lentamente. Hera, la madre de Ares, vio la
injerencia de este y pidió permiso a Zeus, su padre, para alejar a
Ares del campo de batalla. Hera animó a Diómedes a atacar a Ares y
este arrojó su lanza contra el dios. Atenea guio la lanza hasta el
cuerpo de Ares, quien rugió de dolor y huyó al monte Olimpo, lo que
obligó a los troyanos a retirarse.
El vellocino
de oro
Hera odiaba a
Pelias por haber asesinado a Sidero, su madrastra, en un templo
consagrado a ella. Convenció a Jasón y Medea para que lo matasen.
El vellocino de oro era el objeto que Jasón necesitaba para liberar
a su madre.
Las
metamorfosis
En Tracia,
Hera y Zeus convirtieron al rey Hemo y la reina Ródope en montañas,
los Balcanes y las ontañas
Ródope respectivamente, por su hibris al compararse con los propios
dioses.
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